Cree en la fuerza transformadora de la oración y está dispuesto(a) a hacer realidad la revolución espiritual que el mundo necesita al estilo teresiano.

1. Se compromete con “determinada determinación” a orar diariamente para anunciar “lo que ha visto y oído” con dinamismo y entusiasmo.

2. Se alimenta de la Palabra de Dios y bebe del espíritu que animó a Teresa de Jesús y a Enrique de Ossó.

3. Antes de “hablar de Dios, habla con Dios” y deja que el Espíritu lo transforme en testigo.

4. Vive profundamente enamorado(a) de Jesús y su Proyecto y lo transmite apasionadamente.

5. Tiene una comunidad de referencia “para hacerse espaldas”, crecer en la amistad con Dios, animarse mutuamente y compartir experiencias.

6. Está abierto(a) para reconocer en el mundo la presencia de Dios y ofrecer espacios y modos creativos de comunicarse con Él.

7. Vive el ministerio de la alegría y confía en Dios que es el Protagonista y hace posible lo imposible.

8. Está convencido(a) de que puede ser instrumento de Dios, precisamente porque es pobre y limitado y “deja hacer al Señor”.

Está en sintonía con los sentimientos del otro, lo alienta a descubrir su propio camino de oración, a aportar su carisma personal y a hacerse multiplicador de la experiencia.